miércoles, 28 de febrero de 2007

MORRIÑA

Es triste la tarde en su melancolía,
flácida luz, naranja cupular,
lame el ocaso todas las cosas,
como ósculos terrenales.

Hay unos cerros exactos
en su lugar de siempre,
puntuales en su recortada presencia,
fieles a las oscuridades que escapan al día.

Son las huellas de la vida
comprometida con esta cita eterna.
aduana de certezas
de la resurrección de la noche.

Morriña de racimos de uva
¿vendrás otra vez como esta tarde?
¿Renovarás tus votos estrictos
de lunas plenas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante poema. Me queda la idea del ocaso metafórico de algo: de un día, de una vida, etc. Un final terso, plácido.