Nuestro entorno inmediato obliga a una mirada profunda, penetrante y escudriñadora. No siempre las cosas son claras, eventualmente percibimos siluetas, movimientos, luces difusas..., pero sobre todo el cambio eterno, inexorable. Ahí tiene que estar nuestra mente.
Soñador empedernido, melómano irredento del jazz, biblófago incurable, orgullosamente veracruzano achilangado o chilango averacruzanado, interesado en la problemática socio-económica, híper sensible a los aspectos culturales, eremita por vocación y alérgico a la injusticia de cualquier nivel.